Visita del Duque de Osuna
El Siglo XIX fue para nuestra localidad el siglo de su decadencia, debido a que después de varios años de malas cosechas, se produce un motín popular durante el que los amotinados incendiaron los archivos del ayuntamiento (1857). Además de dificultar la documentación de los derechos de propiedad, ha dificultado el conocimiento del pasado del pueblo. La explosiva situación social de los jornaleros pudo provocar en Septiembre de 1870 -después de siglos de ausencia– la visita al pueblo del descendiente de su antiguo Señor jurisdiccional y terrateniente de la localidad, el XII duque de Osuna.
Mariano Francisco de Borja José Justo Téllez-Girón y Beaufort-Spontin (Madrid, 19 de julio de 1814 - Beauraing, Bélgica, 2 de junio de 1882) XII duque de Osuna y XV duque del Infantado, fue un noble, político, diplomático y militar español. El 29 de agosto de 1844 heredó de su hermano Pedro, XI duque de Osuna, los títulos y estados de la Casa de Osuna, empezando una vida de lujo que acabó con su gran ruina. Tras una visita anunciada previamente por las autoridades locales, los lugareños le hicieron un espectacular recibimiento, engalanando la villa y tendiendo a su paso mantones y capas para que fuera pisando sobre ellos camino de la iglesia parroquial, donde tuvo lugar un Te Deum. Emocionado por el recibimiento de la multitud y júbilo significativo como precursor de algo muy importante para su villa, el duque concedió numerosas peticiones de sus arrendatarios, mejorándose así la situación económica de muchos de ellos.
Hay que advertir que de las veinte mil ciento nueve hectáreas, que integran el término de Arahal, unas siete mil aproximadamente correspondían a los bienes propios del Municipio. Las restantes pertenecían al patrimonio de la Casa Ducal de Osuna, que las tenía cedidas en arriendo a unos cuantos señores de la Villa, entre ellos el más importante, Don Miguel Zayas Trigueros.
El acaparamiento de estas tierras en manos de los menos era lo que lógicamente impedía a los más la posesión del tan codiciado elemento de vida, clave del malestar reinante en el pueblo. Y mientras los grandes colonos se debatían para conservar incólumes sus extensos latifundios, el campesinado se inflamaba en deseos de poseer luchando por la bienhechora parcelación que le redimiera del trabajo ajeno. Este era y no otro el móvil del enorme recibimiento dispensado por el pueblo humilde de Arahal al señor de Osuna. La petición después de todo no podía ser más justa; un atisbo de ética social latía en su fondo.
Pero, como toda fuerza precisa de una mecánica que la subordine y todo principio, de un complemento, el problema agrario que atravesaba Arahal en aquellos días precisaba igualmente de la intervención altruista y generosa de un hombre capaz de resolverla, ese hombre no podía ser otro que Don Mariano Téllez Girón, XII Duque de Osuna, apodado el Duque “Pródigo”. De este prócer del que cuenta Antonio Marichalar, en su Riesgo y ventura del Duque de Osuna, que poseía catorce grandezas, cincuenta y dos títulos, cuatro principados y la mayor fortuna de España.
Informada Su Excelencia de la demanda del pueblo, accede de momento a sus pretensiones, disponiendo se inicien las rescisiones de algunos de los más principales contratos de arriendo, lo que se llevó a cabo mediante fuerte indemnización otorgada a los colonos a quienes se les recogían las tierras. Pasados unos meses de la marcha del Duque de Osuna, dieron comienzo las operaciones parcelarias de las tierras recogidas a los antiguos colonos, las que se iban entregando a los solicitantes, una vez fraccionadas en parcelas, siendo condición precisa para adquirir terrenos por cualquiera de las dos condiciones el estar casado, sin cuyo requisito toda petición era denegada. Así se inició la parcelación de las tierras del término de Arahal, problema que siguió resolviéndose día tras día con diversas modificaciones ampliatorias.