Convento Ntra. Sra. del Rosario
Las primeras referencias de las que tenemos constancia de las Reverendas Madres Dominicas en Arahal se remontan al 28 de septiembre de 1580. Juan Beltrán, vecino de la villa, presbítero, otorgó su testamento con una serie de cláusulas a Sor María Bautista y Sor María de Santo Domingo, monjas profesas de él. Este cenobio femenino, conocido popularmente como «las Monjas», tuvo sus comienzos de fundación bajo el patrocinio de don Bartolomé de Reina Arias, familiar del Santo Oficio, y su esposa, doña Luisa de Ojeda, vecinos con celo de la Honra de Dios del patriciado urbano de la población, como así consta en los dotes de la fundación del convento, el 2 de enero de 1608, ante el escribano público, don Diego Felipe de Mesa: «…más de trescientas fanegas de tierra, huertas, olivares, un mesón y casas que se hallaban situadas en la calle Serranos que lindan con casas de D. Cristóbal Ponce de León y Dª. Luisa de Ojeda (…) y con la calle Alvaro de Par…». Como fundadores del convento pusieron determinadas premisas. Entre ellas una muy lógica: la posesión de la capilla mayor como enterramiento suyo y de sus herederos.
Fue dotada la fundación con bastantes bienes, según consta en una escritura a 19 de agosto de 1611, compuesta por seis dotes. Pero hasta 1612 no se produce la toma de posesión de las casas, valorándose en 1500 ducados, bajo el priorato de la reverenda Sor María Jesús del Santo Rosario, aprobándose la licencia para la fundación del convento e iglesia, el 11 de abril de 1612, por el Altísimo Señor Don Pedro de Castro y Quiñones, arzobispo de Sevilla, según constaba en un documento firmado a mano y sellado en el archivo de este convento. En esta aprobación, un documento del Rmo. P. General Fray Nicolás Rodolfi Florentino nombra a tres religiosas como fundadoras, las Madres Sor María de San José, Sor María de Jesús y Sor María de la Encarnación, hijas naturales del Convento de Nuestra Señora de la Antigua de la Villa de Utrera.
En las crónicas del cenobio, hoy sin saber su paradero, en el libro de las profesiones constaba como fecha de fundación el 12 de septiembre de 1613, siendo la primera profesión realizada por Me. Sor María del Rosario: «…a diez y ocho días del mes de Octubre de mil seiscientos catorce, en manos del M. R. P. Fray Francisco Chacon Vicario de este Convento siendo Priora la R. Me. Sor Mª. de Jesús siendo la dote de setecientos ducados…», por tanto, las primeras obras de adaptación se concluyeron por esas fechas. Poco tiempo para la magnitud del templo que debe construirse en la segunda mitad del siglo XVII. La pieza más importante de la clausura, ocupada con la biblioteca en la primera planta y el dormitorio en la segunda, fue construida en 1764.
Las primeras obras de adaptación se asentaron en el solar de las «casas principales», como así se cita en un protocolo de 1652, atestiguado en los derribos iniciados en 1868, hallándose restos del primitivo claustro que, en hipótesis, junto con sus dependencias, debía de ocupar hasta la altura del edificio del ayuntamiento. Tal es la cercanía que en anotaciones de la Congregación se recoge la tradicional comida del día de la Encarnación, el 25 de marzo, a los presos de la cárcel: «…por devoción, a este gran Misterio el cual celebrava mucho esta Comunidad daban la comida a los presos que havia en la cárcel que entonces no era de paso como ahora sino de asiento salían después de la Función los criados o trabajadores de este Convento que esperaban en el Compas acompañados del Sr. Vicario llevando las comidas en Calderos y los postres en fuentes y cestas adornadas con flores en gran cantidad por haber de Ordinario muchos presos…».
En los manifiestos archivados anteriormente por la Congregación, existía la tradición al Oficio Divino y Santa Misa en la fiesta litúrgica de Santo Domingo de Guzmán, donde asistían las dos comunidades de frailes existentes de esta Ciudad, los Religiosos Mínimos de San Francisco de Paula del Convento de Nuestra Señora de la Victoria y los Religiosos Franciscanos del Convento de San Roque. Otro dato para destacar: en el libro de oficios se recoge, el 2 de junio de 1763, la donación por don Francisco de Torres Montilla de una custodia de plata de Montilla para la fiesta del Corpus, labrada en Carmona y teniendo un costo de once mil reales: «…solo sesenta onzas de Comunidad fueron lo que puso la camita que servía en el Sagrario. Aquí se escribe para Perpetua memoria y se sepa claramente que solo son sesenta onzas la que tiene la Comunidad, y todo lo restante lo hizo y costeo el dicho D. Francisco de Torres, Dios lo tenga en su gloria-Amen…».
A lo largo del siglo XIX, desde las Cortes de Cádiz hasta Mendizábal se había sucedido un proceso acelerado de desamortización de los bienes eclesiásticos, además del importante latifundio poseedor entre la Iglesia y la nobleza, de los que poseía la Comunidad Religiosa dominica de Arahal una extensión total de 63,8 Has. Debemos tener en cuenta la gran extensión original del cenobio, posiblemente, en principio, hasta la calle Felipe Ramírez, debido a unas obras subterráneas encontradas idénticas a las del huerto del convento. En 1861 se realizó en el interior del convento un pequeño cementerio de unos cinco metros cuadrados que se ubicó en «…un patio o patinillo a una extremidad situado a espaldas de los ángulos o claustros que han servido de noviciado con quienes linda y apartados de las casas de don Fernando Soriano…».
En septiembre de 1868, tras el derrocamiento de Isabel II y el consiguiente triunfo revolucionario, la Junta Local que se hizo cargo de la villa acordó la destrucción del convento y la edificación de una plaza o mercado de abastos. Iniciados los derribos, tras la mediación de don Rafael Manaute, primera autoridad municipal, rectificó el acuerdo de la demolición. Este convento, a lo largo de los siglos, ha sufrido muchos atropellos y desmanes por los elementos contrarios a la Santa Religión, teniendo que abandonar el cenobio las beneméritas religiosas el 26 de julio de 1872, recibiendo el amparo y protección de las religiosas del Pozo Santo en el Hospital de la Caridad y Misericordia.
Tras la ley del Concordato entre el Estado español y la Santa Sede firmado en 1851, se les eximió de la exclaustración, debiendo mantener abierta una escuela de párvulos, siendo su apertura el 2 de abril de 1910. Continuaron su vida en Comunidad con normalidad hasta que la Congregación se vio obligada por los atropellos de los marxistas en 1936 a tener que volver a salir del cenobio, como así lo relatan en las crónicas que poseía la Comunidad: «…estando durante cincuenta días fuera del mismo, salvándose de la quema de la cárcel, siendo liberadas a pesar de que querían prendernos como lo hicieron con muchas personas…».
Sus cuatro siglos de historia se pueden contar con paciencia, leyendo los libros de actas que dejaron escritos. Pero en ellos no figuran el trato, el carácter, la dedicación, la palabra y convencimiento que no desviaban el camino de su consagración a Dios. Las últimas religiosas que quedaron en el Convento de Nuestra Señora del Rosario se fueron el domingo 22 de junio de 2014. Sor Blanca, Sor Asunción y Sor Herminia, Madre Superiora del convento, pasaron sus últimos días en Arahal más aisladas de lo común en ellas, siendo atendidas por el capellán del convento, don José Quirós Rodríguez, y por el párroco de Santa María Magdalena, don Álvaro Román Villalón; además de don José Luis Rodríguez Carrascoso, que hacía las labores de monaguillo, asesor, recadero, acompañante y, sobre todo, amigo, persona de confianza que no las abandonó hasta el final de sus días en Arahal.
Textos extraídos: GARCÍA AMADOR, Manuel Jesús. Arte y Fe. Compendio General de la Arquitectura Religiosa de Arahal. Ediciones Pangea. Febrero, 2023. Págs. 174 - 209.