Ntra. Sra. de la Victoria

En diversos pueblos de la actual Campiña y Sierra Sur sevillana, han pervivido a lo largo de los últimos cuatro siglos distintos conventos de la Orden de los Padres Mínimos. Sus comunidades religiosas desaparecieron a raíz de las medidas liberales del siglo XIX, pero sus iglesias se han conservado, convirtiéndose algunas de ellas en verdaderas reliquias del arte religioso de estas poblaciones y centros de la religiosidad local y comarcal. La fundación religiosa del convento de los Padres Mínimos de San Francisco de Paula, también conocido como de La Victoria, no fue un hecho aislado dentro de los dominios señoriales de la Casa de Osuna, sino todo lo contrario, al expandirse por El Arahal (1546), Osuna (1548/1549), La Puebla de Cazalla (1555), Archidona (1556), Olvera (1582) y Morón de la Frontera (1584), se trató de un hecho integrado en un amplio proceso de mecenazgo cultural y religioso desarrollado por Juan Téllez de Girón, IV conde de Ureña.

Referente a la Orden de los Mínimos en Arahal, en el Archivo Histórico de la Nobleza, en la signatura de Osuna, C.59, D. 32-38, se conservan varios documentos relativos a la fundación del convento realizada el día de la Ascensión, siendo provincial de Andalucía fray Francisco de Baeza, donde probablemente el primer prior sería fray Ascensio Martín, cuyo nombre sirvió para poner nombre a una de las calles de los alrededores. En el legajo número 59 procedente a la provisión de Juan Téllez-Girón, IV conde de Ureña, hace referencia de la donación a la Orden de Mínimos, en Osuna a 3 de marzo de 1546, mediante la cual «…por si y a nombre de la Sra. doña María de la Cueva, su mujer, fundó un convento con la advocación de Ntra. Sra. de la Victoria y San Francisco de Paula, Orden de Mínimos, en la iglesia y ermita de San Sebastián, que tenían en dicha villa de El Arahal…», ofreciendo dotar a la fundación con 30.000 maravedíes de renta anual, «…20.000 por el Sr. Conde y 10.000 por la Sra. Condesa…», para la manutención de «…los trece frailes que había de haber perpetuamente en dicho convento…», según lo habían concertado con fray Francisco de Baeza, provincial de dicha orden.

Posteriormente, en las primeras décadas del siglo XVII, se retomó la iglesia. De hecho, existe constancia documental de que el 27 de septiembre de 1621 los frailes reunidos al son de campana tañida, como tenían por costumbre, otorgan ante el escribano de Arahal, Felipe de Mesa, a favor de fray Fernando de Villacreces, concertar la modificación del retablo mayor que la orden había realizado más grande, acordando con Andrés de Ocampo cerrar el precio en trescientos ducados y valorar las modificaciones realizadas a la traza original en 3300 reales. En este retablo existen varias restauraciones, la última datada en 1927. En ese año se doró de nuevo y se amplió la hornacina de la Virgen de la Victoria. También de esta época existe una lápida muy deteriorada en la que figura la fecha «16…».

La familia franciscana en España sufrió todas las calamidades de la vida eclesiástica en general. Referente al convento de Arahal, este templo sufrió diferentes vicisitudes y transformaciones, reflejadas en momentos de conflicto, viéndose involucrado en los inicios de la ocupación francesa de la villa. Los franceses llegaron en febrero de 1810 a los pueblos de la Campiña, iniciando la temida ocupación, suponiendo innumerables excesos en la profanación de los templos religiosos. En marzo de 1810, según recoge el Archivo General del Arzobispado de Sevilla en el legajo nº 15, expediente nº 3 de las Órdenes Religiosas Masculinas, el vicario y los curas de Arahal dirigieron una petición al comisario regio de Sevilla, don Blas de Aranza, en la que solicitaban que les fueran devueltas sus licencias ministeriales a varios ex religiosos mínimos que residían en la villa y les asignaran al servicio de la parroquia, «cuya notoria suficiencia, cuyos buenos sentimientos y cuyos caracteres pacíficos los hacen acreedores a la distinción del Rey al amor de este pueblo»; los religiosos mínimos eran los padres Juan Rodríguez, Alonso Ramos y Miguel de Zayas. Tras la marcha de los franceses de la villa, en 1813, el administrador de rentas de la Hacienda Nacional de Marchena abrió un expediente «…sobre que se le entreguen los documentos y papeles pertenecientes a los extinguidos conventos del Arahal…», conservándose solamente una relación de libros.

Otro período convulso en el que se vio sumergida la orden fue la desamortización eclesiástica, decreto de las Cortes del Trienio Liberal (1 de octubre de 1820), que suprimió todos los monasterios de las órdenes monacales, junto a los hospitales de cualquier clase, siendo ordenados in sacris los siete religiosos que se encontraban en las vísperas del cierre del convento en 1821. Sus bienes muebles e inmuebles quedaron «aplicados al crédito público», por lo que fueron declarados «bienes nacionales» sujetos a su inmediata desamortización. En el Boletín de Crédito Público, nº 263, de 2 de noviembre de 1822, nos encontramos la relación de propiedades rurales de varias congregaciones y localidades, bajo el epígrafe «…Fincas en subasta aplicadas á la amortización de la deuda nacional, cuyo remate ha de celebrarse a los 30 días contados desde la fecha de este anuncio, á éscepcion de las que radican en las islas Baleares y de Canarias, que empezarán á correr desde el en que se reciba en ellas este Boletín…».

Con la llegada de la Guerra Civil en el año 1936, este templo sufre graves daños y pérdidas en su patrimonio artístico, al igual sufrieran otros templos de la localidad, siendo constatado con un inventario a fecha de 20 de junio de 1904. De las imágenes que sufrieron el furor iconoclasta en el 36 no hay mucha documentación gráfica. Debido a varias razones, como la de que no haya fotografías testimoniales del momento o que las imágenes mutiladas y destruidas fuesen pronto sustituidas por otras. Entre las imágenes desaparecidas, posiblemente hubiera un Niño Jesús de la antigua cofradía Dulce Nombre de Jesús, de la que tenemos noticias de su encargo el 6 de noviembre de 1597 por el mayordomo don Cristóbal García Matajudíos, acordando con el escultor Blas Hernández Bello, vecino de Sevilla, la hechura de una imagen en madera de pino de la sierra jiennense de Segura, dorada y policromada, del Niño Jesús «…desnudo, en cuerdos, de una vara de altura, con su cruz larga en una mano y la otra echando la bendición con su diadema en la cabeza…», precisándose su precio en veinte ducados, siendo la entrega para la Pascua de Navidad de aquel año.

En esta época turbia, Arahal tuvo la suerte de ser una de las primeras poblaciones visitadas por la Junta de Recuperación de Obras de Arte, formada en Sevilla con expertos e historiadores universitarios, como José Hernández Díaz o Antonio Sancho Corbacho. De la información recogida por los pueblos, saldría el año siguiente el libro Edificios religiosos y objetos de culto saqueados y destruidos por los marxistas en los pueblos de la Provincia de Sevilla, cuya obra recoge el siguiente informe: «…Saqueado el 19 de julio de 1936 e incendiado en la calle el producto del saqueo. El edificio no ha sufrido deterioro de importancia. Se han perdido algunos retablos laterales, conservándose el mayor y algunos otros, todos del siglo XVIII, con mutilaciones fáciles de subsanar. El retablo de la capilla de Ntra. Sra. de Consolación, de fines del siglo XVII, sufre importantes destrozos en sus soportes y decoración. Las imágenes fueron destrozadas en su totalidad; respetando, en cambio, los lienzos de pintura repartidos en la iglesia y destrozando los que se hallaban en el claustro…». Por último, reseñar que la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria es parroquia desde la década de los sesenta del siglo XX, concretamente desde 1963.

Textos extraídos: GARCÍA AMADOR, Manuel Jesús. Arte y Fe. Compendio General de la Arquitectura Religiosa de Arahal. Ediciones Pangea. Febrero, 2023. Págs. 141 - 173.

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