PLAZA DE LA CORREDERA: En épocas pasadas la actual Plaza de la Corredera ostentó los nombres de Plaza de la Constitución, de Isabel II, de la República Federal, de Alfonso XII y Plaza de los Mártires. Según las anotaciones que contamos en el día de hoy, desconocemos si la plaza le dio el nombre a la calle contigua o fue a la inversa. Su nomenclátor que pocos pueblos denominan a una de sus vías más céntricas, es debido al sitio donde, obstruidas por empalizadas las calles afluentes al mismo, se corrían los toros en los días de fiesta mayor. Tras el manifiesto del testamento del IV Conde de Ureña en 1556, señor Jurisdiccional de Arahal, se hicieron posible la creación de nuevos núcleos de población, creándose a partir del s. XVII una expansión de estructura urbana puesta en valor por las riquezas agrarias de la Campiña, donde el principal eje director, en sentido suroeste y noreste dibujan las calles Corredera - Veracruz – Iglesia - y Marchena, sobre la directriz de la Vereda de Marchena, así como en sentido Noroeste-Sureste lo era la Vereda de Sevilla y Morón. La Plaza de la Corredera aparece citada en 1652 como soporte de los festejos públicos y sede de la escribanía y de las casas principales correspondientes a las nuevas familias emergentes, debido todo al progresivo desplazamiento de las funciones urbanas desde el primitivo núcleo al entorno de la plaza de la Corredera, nuevo centro neurálgico de la ciudad, y que manifiesta una cierta independencia alcanzada por el poder civil, frente al religioso. En el año 1865 se experimentó una notable mejora de integración de la adecuación de las corrientes higienistas de la urbanización de las calles del casco urbano, siendo dotadas de pavimentaciones de calzadas, acerados, empedrados y baldosados. Los materiales más usuales para los acerados era la piedra de Tarifa y para las calzadas el adoquín de granito. La actual configuración y realineación de la Plaza de la Corredera surge de un proyecto que data de 1895, redactado por Trinidad Soriano y que contemplaba tanto la alineación de las calles que definían el espacio libre, como la urbanización y mobiliario urbano del mismo, siendo significativo el proyecto de iluminación a base de farolas de fundición. El coste total de la obra ascendió a 1.947,87 pesetas e incluía, además de la obra de la plaza, "el arreglo de las rasantes de las calles laterales del paseo". Su ordenado con forma de trapecio irregular es provocado por la intersección de varias calles en la que se confluyen Cervantes, Felipe Ramírez, Corredera, Duque, Pérez Galdós y Veracruz. Probablemente esta operación vino a culminar una serie de intervenciones que desde 1841 tendían a la renovación de las edificaciones que presentaban frente a la plaza, afectando incluso al propio edificio del Ayuntamiento.