José Quirós Rodriguez

José Quirós Rodríguez nació en Arahal, un 6 de Julio de 1938 en la calle Barriete siendo el menor de los hijos de Manuel Quirós Caballero y Emilia Rodríguez Benjumea, donde convivían en el día a día en la tienda que tenía su familia para poder sobrevivir en aquellos tiempos. Al poco tiempo de trasladarse a vivir a la calle Mogrollos, entra a formar parte del grupo de monaguillos de la Parroquia, cuando por aquél entonces era Párroco Francisco Balaguer.

Después de muchísimas dificultades, decidió irse a los Salesianos en Antequera, donde poco a poco se fue adaptando y ganando el respeto de sus compañeros y profesores, terminando el curso con buenas calificaciones. Un año después se trasladó a un nuevo Colegio en la localidad de Cádiz, Colegio Salesiano Ana de la Villa. Con el transcurso de los años se iba totalmente integrando y clarificando en su vocación y vida interior, tras muchos esfuerzos llegó el momento decisivo de ir al Noviciado para terminar con la Consagración total a Dios por medio de los Votos Religiosos y sus estudios de Filosofía.

Más tarde estuvo tres años en el Colegio Salesiano de Mérida, dando clase a los niños y vigilando a los estudiantes mayores en la sala de estudio. Una vez en Sevilla se incorporó en la Academia Santo Tomás de Aquino a dar clase de Lenguaje e Historia. Posteriormente se enteró a través de un amigo de que había trabajo en un Correccional de Menores situado en la Calle Barrás, en Pueblo Nuevo (Barcelona) donde estuvo como Profesor y Educador.

El 24 de Septiembre de 1976, se le ordena su primera tarea pastoral como sacerdote en Bellavista trabajando con los jóvenes, donde tras su paso allí deciden desde Palacio enviarlo a su pueblo, en donde siempre fue conocido como Pepe “el Carriles” y donde empiezan a llamarle Pepe “el Espartaco” (debido a que llenaba la iglesia de fieles, al igual que Espartaco, el torero, llenaba la Maestranza).

Según testimonio de José Quirós, cuando llegó a su Parroquia querida se le cayó el alma a los pies al ver el estado en el que se encontraba, ya que no era lo que él recordaba. Así que comienza su labor restauradora, limpiando él mismo y el grupo de colaboradores que comienza a formarse. Pepe “el Espartaco” comenzaba a llenar la plaza. La Parroquia necesitaba bancos nuevos, junto con un grupo de amigos, comenzó la recaudación de donaciones para poder hacer posible este designio, se animó la población y junto la entrega absoluta se consiguió el objetivo, siendo apodado por aquél entonces “el Pesetilla”.

Pepe “el Cura” siempre será la persona que transformó la Parroquia de Santa María Magdalena, recuperando su encanto, frescura y vida del templo y su patio, ganándose el respeto de toda una población y las diferentes Hermandades, contribuyendo con ellas en todo lo que estaba en su mano.

Volver atrás »